Si alguna vez hemos viajado fuera de nuestro país, y nos han preguntado de dónde eramos, al responder, casi siempre nos han dicho: “¡Oh, argentin@, qué bueno, bailan tango!
Muchos no sabemos que en éstos últimos 20 años el tango bailado, nuestra danza, cobró mucho vuelo en todo el mundo, no sólo en Europa y en América toda, sino en países lejanos como Turquía, Bulgaria, Servia, Finlandia , China. Y allí se enseña tango, y se baila tango en milongas creadas a la manera de las de Buenos Aires. A nuestra capital, sede del Campeonato Mundial de Tango, llegan concursantes de todo el mundo, a aprender a bailarlo y a mostrar cómo bailan el tango argentino.
Buenos Aires es la cuna del tango y éstas personas de todas partes del mundo, y de todas las edades; porque en eso el tango no hace distinción, se quedan en la ciudad bastante tiempo, de acuerdo a sus posibilidades, y aprenden a bailarlo y a concurrir a nuestras milongas para probarse y pasarla muy bien entre todos, con ellos somos muy amables y cordiales; y hay que ver cómo están de informados. Por eso, en el Exterior piensan que todos los argentinos bailamos tango , y al no ser así, sentimos vergüenza de no saber bailarlo...Nosotros en general, por desconocimiento vemos al tango como algo difícil, y que hay que bailarlo bien, para no hacer el ridículo.
Las mujeres, en particular, se arriesgan más y ponen mucho empeño para bailarlo bien, quieren ser buenas bailarinas y lo logran, lo digo por experiencia. Quizás a los hombres les cueste un poquito más, porque además de saber caminar, deben conducir y proponer. Siempre digo que en nuestra sangre se encuentran los genes del tango, que nos vienen de un abuelo, un padre ó un tío, hay que esperar que éstos se despierten , porque bien lo decía Troilo: “El tango espera”. No nos olvidemos que el tango nació y creció en el suburbio, en el pueblo mismo, y como baile popular, siempre llegó fácil a todos. No nos engañemos por lo que a veces la TV nos muestra.
Siento que siempre hubo una gran valoración y respeto hacia las personas que lo han bailado y lo bailan muy bien. Si abandonamos los prejuicios, y al abordarlo, lo hacemos con pasión, y comprendemos el desafío que es bailarlo, nos sentiremos felices venciendo las dificultades, porque el baile es un juego que nos tiene reservado la vida.
El cuerpo se despierta, el corazón late al compás de la música, el abrazo nos une, para vivir la milonga universal.
Liliana Abayieva
No hay comentarios:
Publicar un comentario